domingo, 6 de octubre de 2013

Espera...



Inspiración

Espera.
Aún no estoy preparada.
Espera en tu sombra artificial, que el cobijo de las fotos pronto reservará un lugar para tí entre los álbumes de mis veranos de agua dulce.
Espera vano, extraño, en tu aposento disimulado.
Espera eterno a tenerte entre los pliegues de mi albor, de mi fragor suspirado y literario.
Espera.
Espera un poco más, que ya llega el sinsabor de los besos no disfrutados, de la caricia vertiginosa del sol de invierno.
Espera su picor doliente, como quien se duele de los “nos” retóricos.
Perdona.
Quería decir “puedes”.

Espera a ver la puerta abierta, a que te estreche entre mis brazos de pluma, a que retorne a tus oidos el sonido de mi vientre hambriento.
Espera a que suene con estrépito el servicio de mi lengua al desafío físico de enredarte en mis adentros.

Espera, Amor, no hay prisa.
Espera a que la nobleza se pierda en el infinito azul, a que las estrellas recorran el cielo, a que las líneas del tedio hablen y hablen de eternidad.
Espera a ver si existe Fortuna y hoy es el día en que te perderás en mi sabor, en que afinarás mis cuerdas, en que posaremos juntos los labios del uno en el otro.

Espera.
Debes esperar un poco, Vida.
Debes esperar para saber de fortaleza, para saber qué significa misterio, qué muere en cada palabra escrita.

Debes esperar.
¿No lo entiendes?

Es necesario esperar a que mueva tus costuras, a que el cielo torne fuego, a que los días envejezcan tus ganas y doten a tu mano de nuevas posturas.
Debes esperar nuevas noches sin alba, nuevas noches de espadas cruzadas y vidas paralelas.
Debes esperar nuevas líneas que hablen con amargura de ti.
Debes esperar a que suceda lo que no ha de ocurrírseme.

Pero no.
Aún no será el momento.
¿Por qué no eres acto?

Cada parpadeo era un guiño descarado, Amor.
Cada estado era “espera”, mi Cielo.

Espera.
No puedes entender mi debilidad.
No puedes caer con cada sol en cada atardecer.

No puedes extender tus brazos al cielo y dejarte desojar por los vientos que traen riquezas donde se estrellaban los desaciertos. No puedes. No puedes seguir tu camino, porque somos nuestros.

Espera, Vida.
Espera a que Esperanza comience a llamarse Valentía.

2 comentarios:

Begoña dijo...

¡Me encanta!Me gusta mucho este nuevo estilo un poco menos oscuro pero igual de poético...muy muy bueno. Gracias por compartirlo.

Mil besos

Anónimo dijo...

me recuerda a una de calamaro: media verónica...
trébol

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