Me abriga un calor imposible que se vuelca
desde una cinta de oro traida por el ocaso.
Las palabras: inician el vuelo desde los labios
como tiznas de polen,
simiente de nieve que busca germinar en oídos puros.
Tus ojos se cierran y huele a abril, a chopos y madera húmeda.
Las manos se manchan de herrumbre
y buscan tus cabellos mochos con intención de concierto.
El cielo se salpica de estrellas
y los sentidos se concretizan en el chapoteo de los aspersores.
Vuelta a casa.
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