Entro en un oscuro espacio de incomprensión.
Aquí se hablan algoritmos, se escriben palabras invisibles, los papeles caen salvajemente.
Los dedos convulsionan y tremulan sobre los vidrios templados y trepan por escalones suicidas aupados por ruinas humanas.
Centellean los ojos, siempre vidriosos, y acuden en masa aplausos imaginados, provocando más y más sueños rotos en un futuro próximo.
Siento una atmósfera aprisionadora que me hurta el aire y que me hace mendigar con voz rota. Cada nuevo intento de grito exhalado de entre mis cuerdas vocales se ahoga en un mar de ignorancia, verborrea e indiferencia.
Y, así, caen los párpados como fila de fichas de dominó, derribándose junto al ánimo y descubriendo el dibujo oculto: animadversión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario