lunes, 18 de septiembre de 2017

La vida del milano




Hace tiempo ya que abandoné mi jardín empujado por un viento joven que soplaba de occidente.

Su verso me hablaba de ficción y de vida distinta, de pérdida de rutina y de paisajes nuevos en los que perderme.

Alcanzando cierta altura ya no vislumbraba con facilidad las amapolas y los lagartos. Intuía en mi vuelo un verde horizonte de cultura y de espacio. Miraba los caminos a lo lejos y las gentes como bichitos que corrían con un rumbo y un presente que, deseaba, fuera también mío. Acariciaba con mis pequeñas plumas todo rezo de arena. Y me adormecía tierno entre las consonancias de esta o aquella brisa. Cerraba los ojos y, en mi mente, me veía maduro, ornado, amplio en los tintes con los que pintaría el lienzo en el que el aire me depositaría.

Al llegar por fin a un destino me pregunté si no debía haber atado algún cabo al molinillo de viento en el que crecí, por si la memoria se hundiera en el olvido y no supiera volver a casa llegado un momento de desesperanza o expiación. Cuando era pequeño, mi madre siempre me contaba que si alguien nos soplaba, cada uno de nosotros se convertiría en un deseo destinado a realizarse. Pero se olvidó de explicarme qué ocurriría si no había quién soplara; si, presa de la brisa, éramos arrancados de entre nuestros blancos hermanos. Se le olvidó decirme qué ocurre con los deseos que no se cumplen y, aun así, son lanzados al aire.

Así descubrí el olvido de mis padres, la ignoracia de los amigos, la oscuridad de los rincones de las calles y el pisoteo inverbe de los viandantes. Descubrí la locura del insomnio, el escozor del nervio y la mudanza del asfalto.


Absorví en mis ramajes la tinta de la noche. Y, finalmente, caí de bruces contra la apatía y la ansiedad. Soñaba de día con la muerte o con tropezar de golpe con el amor: un verde brillo de agua que invitara a pensar en la vida nueva con la que soñé en mi blando viaje.

Descubrí al fin que no todos los milanos nacen para realizar sueños. Pero también descubrí que, si echas raíces, aunque sea en el mismísimo asfalto, puedes llegar a producir nuevos milanos que sean soplados con nuevas imágenes que convertir en realidad.

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